Arroz blanco cocido
Nutrimento | Cantidad |
---|---|
Carbohidratos | 29 g |
Proteínas | 2 g |
Calorías | 126 g |
Vit.A | 0 mcg |
Nog 23 rijen
Contents
¿Cuántos carbohidratos hay en 100 g de arroz cocido?
Las calorías aproximadas del arroz blanco hervido (por cada 100 gramos): 130kcal – energía.28,2 g – carbohidratos.
¿Cuántos gramos de carbohidratos es una taza de arroz?
Conteo de carbohidratos: MedlinePlus enciclopedia médica Algunos alimentos, como los caramelos de gelatina, contienen solo carbohidratos. Otros alimentos, como las proteínas animales (todos los tipos de carne, pescado y huevo) no tienen ningún carbohidrato.
- La mayoría de los alimentos, incluso las verduras, tienen algunos carbohidratos.
- La mayoría de los vegetales verdes sin almidón son muy bajos en carbohidratos.
- La mayoría de los adultos con diabetes no deben comer más de 200 gramos de carbohidratos por día.
- La cantidad diaria recomendada para los adultos es de 135 gramos por día, pero cada persona debe tener su propia meta con respecto a los carbohidratos.
Las mujeres embarazadas necesitan al menos 175 gramos de carbohidratos al día. Los alimentos empaquetados tienen etiquetas que dicen cuántos carbohidratos contienen. Se miden en gramos. Usted puede usar las etiquetas de los alimentos para calcular los carbohidratos que usted consume.
- Cuando está contando carbohidratos, una porción (a veces también llamado “carbohidrato”) equivale a la cantidad de alimento que contiene 15 gramos de carbohidratos.
- El tamaño de la porción que viene marcado en el empaque no siempre es igual a 1 porción de conteo de carbohidratos.
- Por ejemplo, si un empaque de una sola porción de alimento contiene 30 gramos de carbohidratos, el empaque en realidad contiene 2 porciones cuando está contando carbohidratos.
La etiqueta del alimento le dirá cuál es el tamaño de 1 porción y cuántas porciones contiene el empaque. Si una bolsa de patatas fritas dice que contiene 2 porciones y usted se come la bolsa completa, entonces tendrá que multiplicar la información de la etiqueta por 2 para saber cuántos nutrientes ha comido.
Por ejemplo, digamos que la etiqueta en la bolsa de patatas fritas dice que contiene 2 porciones, y 1 porción de patatas fritas proporciona 11 gramos de carbohidratos. Si usted como la bolsa completa de patatas fritas, habrá comido 22 gramos de carbohidratos. La etiqueta enumerará el azúcar y la fibra por separado.
El conteo de carbohidratos para un alimento incluye azúcar y fibra más el almidón. Los gramos de almidón no se indican explícitamente en la etiqueta de información nutricional. Use solo el número total para contar sus carbohidratos. Cuando usted cuente los carbohidratos en los alimentos que cocina, deberá medir la porción de alimento después de cocinarlo.
Media taza (107 gramos) de fruta en conserva (sin el jugo o jarabe)Una taza (109 gramos) de melón o morasDos cucharadas (19 gramos) de fruta seca (como pasas)Media taza (121 gramos) de avena cocidaUn tercio de taza (44 gramos) de pasta cocida (puede variar con la forma)Un tercio de taza (67 gramos) de arroz de grano largo cocidoUn cuarto de taza (51 gramos) de arroz de grano corto cocidoMedia taza (88 gramos) de frijoles, guisantes o maíz cocidosUna 1 onza (28 gramos) rebanada de panTres tazas (33 gramos) de palomitas de maízUna taza (240 mililitros) de leche o leche de sojaTres onzas (84 gramos) de patatas al horno
Cómo sumar sus carbohidratos La cantidad total de carbohidratos que come en un día es la suma de los conteos de carbohidratos de todo lo que coma. Cuando esté aprendiendo a contar carbohidratos, utilice un libro de registro, una hoja de papel o una app para ayudarse a llevar un control.
- Conforme pase el tiempo, le será más fácil hacer un estimado de sus carbohidratos.
- Haga un plan para visitar a un dietista cada 6 meses.
- Esto le ayudará a actualizar su conocimiento sobre el conteo de carbohidratos.
- Un dietista puede ayudarle a determinar la cantidad adecuada de porciones de carbohidratos que come por día, basado en sus necesidades calóricas personales y otros factores.
El dietista también le puede recomendar cómo repartir equitativamente el consumo de carbohidratos en sus comidas y refrigerios.
¿Cuánto es 200 gramos de arroz cocido en crudo?
Equivalencias de peso en alimentos crudos y cocinados
Alimento CRUDO | Alimento COCIDO |
---|---|
80 g de arroz o de pasta o de cualquier cereal o de legumbres | = 200 g |
250 de patata | = 260 g |
350 g de verduras | = 375 g |
¿Cuántos carbohidratos se pueden consumir en la dieta cetogénica?
Las dietas cetogénicas: fundamentos y eficacia para la pérdida de peso Joaquín Pérez-Guisado Departamento de Medicina, Facultad de Medicina, Universidad de Córdoba. Córdoba. España Resumen, El consenso internacional es que los carbohidratos son la base de la pirámide alimenticia de una dieta saludable, de tal forma que la mayoría de los especialistas de hoy en día piensan que la mejor forma de perder peso es mediante una reducción en el número total de calorías ingeridas diariamente, principalmente las que vienen en forma de grasa. No obstante, esta revisión intentará demostrar que las dietas cetogénicas son desde un punto de vista fisiológico, bioquímico y práctico, un camino mucho más efectivo para perder peso. Además se argumenta cómo este tipo de dietas proporciona ventajas metabólicas como son la capacidad de preservar la masa muscular, reducir el apetito, tener una eficiencia metabólica más baja, producir una activación de la termogénesis y favorecer una mayor pérdida de grasa incluso en presencia de una mayor cantidad de calorías. Palabras clave : Adelgazar, Atkins, dietas altas en proteínas, dietas bajas en carbohidratos, cetosis, glucolítico, lipolítico, obesidad. Summary, Ketogenic diets and weight loss: basis and effectiveness. The international consensus is that carbohydrates are the basis of the food pyramid of a healthy diet. Todays specialists believe that the best way to lose weight is by cutting down on calories, essentialy in the form of fat. However, this paper will clarify that ketogenic diets are, from a physiological, biochemicale and practical point of view, a much more effective way of losing weight, since such diets provide metabolic advantages such as the capacity to preserve muscle mass, reduce appetite, to have a lower metabolic efficiency, produce a metabolic activation of thermogenesis and favour a greater fat loss even with a greater number of calories. Keywords : Atkins, high protein diets, low carbohydrate diets, ketosis, glycolytic, lipolytic, obesity, weight loss. Recibido : 05-03-2008 Aceptado : 03-05-2008 Fundamentos fisiológicos y bioquímicos de las dietas cetogénicas Cuando una dieta tiene un predominio de carbohidratos, el cuerpo los utiliza como la principal fuente de energía en lugar de la grasa. Por el contrario, la ausencia de carbohidratos en la dieta acelera el uso de la grasa. Esto es debido a que la insulina bloquea la lipólisis (mediante un bloqueo de la lipasa del adipocito) y permite la entrada de glucosa al interior de la célula grasa. Esta glucosa es convertida en triglicéridos dentro del adipocito, a través de su transformación en acetil-CoA y alfa-glicerofosfato (las moléculas de Acetil-CoA se combinan entre sí para formar ácidos grasos y dos moléculas de estos ácidos grasos se unen a una de glicerol a través de la diacilglicerol transferasa (DAGT) para formar la molécula de triglicérido). Además, los ácidos grasos procedentes de la grasa de la dieta, necesitan la acción de la glucosa y de la insulina para ser transformados en triglicéridos dentro de la célula grasa, ya que la insulina permite la entrada de glucosa en el adipocito y la glucosa es necesaria para la formación de alfaglicerofosfato, que es el principal suministro de glicerol a los ácidos grasos para que éstos puedan transformarse en triglicéridos y así ser almacenados (1). El último paso en la síntesis de triglicéridos es por lo tanto la unión de glicerol a los ácidos grasos, una reacción que es catalizada por la diacilglicerol transferasa (DAGT). Si por alguna razón este último paso no se produce, ya sea debido a una deficiencia de glucosa e insulina que asegure el suministro de glicerol o por un fallo en la propia encima DAGT, sería lógico asumir que se producirá una interrupción en la síntesis de triglicéridos. Esto ha sido demostrado en ratones con una deficiencia homocigótica de DAGT, que se caracterizaban por tener menor tejido graso blanco y ser resistentes al desarrollo de la obesidad dietética (2). Por lo tanto, los niveles bajos de insulina en una dieta cetogénica deberían de producir efectos similares, lo cual sería una de las posibles explicaciones, como veremos más adelante, del mayor éxito de estas dietas en la pérdida de peso. También es importante considerar que la glucosa no es la única sustancia que induce la liberación de insulina, ya que este proceso también es estimulado por ciertos a aminoácidos como son la arginina y la lisina; hormonas gastrointestinales que se producen durante la ingesta como la gastrina, secretina, colecistoquinina (CCK) y polipéptido inhibidor gástrico (PIG). Además, cuando los aminoácidos se combinan con la glucosa, se produce un efecto sinérgico en el mecanismo de liberación de la insulina que puede provocar que ésta se doble a igual concentración de glucosa (1), es decir, la glucosa acompañada de aminoácidos induce una mayor liberación de insulina que sóla. Efecto saciante-anorexígeno de las dietas cetogénicas Otro aspecto importante a tener en cuenta es el efecto saciante de las dietas cetogénicas, debido a que las grasas y las proteínas permanecen en el estómago durante un mayor período de tiempo y por lo tanto son capaces de prolongar la sensación de saciedad si se comparan con los carbohidratos. Además, la colecistoquinina se considera como uno de los más potentes supresores del apetito y esta hormona es estimulada por el consumo de grasas y proteínas pero no por el de carbohidratos (3). En este efecto saciante también intervienen el beta-hidroxibutirato, que es la cetona más abundante y tiene capacidad para inhibir directamente el centro del apetito (4). También, el bajo índice glucémico de las dietas cetogénicas reduce las fluctuaciones en las concentraciones plasmáticas de glucosa, que son mucho más frecuentes con las dietas altas en carbohidratos. Así, evitar episodios de hipoglucemia también reducirá el apetito (5). Otro factor que hay que añadir, es que las proteínas tienen un efecto anorexígeno superior al de los carbohidratos, que pudiera estar mediado por aumento en la sensibilidad del sistema nervioso central hacia la leptina (6) y un descenso en las concentraciones plasmáticas postprandiales de ghrelina (7). La leptina es producida por el tejido adiposo y tiene la capacidad de reducir el apetito a nivel de sistema nervioso central. No obstante, la gente obesa suele tener niveles circulantes de leptina superiores a los normales, debido a que se produce una resistencia a la acción de la misma, que sería algo similar a lo que sucede con la insulina. En relación a la ghrelina, es una hormona producida por las células de la pared gástrica y tiene un efecto contrario al de la leptina, ya que estimula el apetito. Los carbohidratos podrían contribuir a la obesidad Teniendo en cuenta todos estos conceptos fisiológicos, sería lógico lanzar la hipótesis de que los carbohidratos solos y en grandes cantidades pueden favorecer la obesidad, de tal forma que una dieta convencional sustentada en los carbohidratos (50-70% de la contribución energética diaria total) que sobrepase las necesidades calóricas diarias de una persona podría tener una mayor facilidad para inducir la obesidad que una dieta baja en carbohidratos; cuando son consumidos junto a las proteínas, los carbohidratos tienen la capacidad de multiplicar su efecto inductor de la obesidad; cuando se consumen con la grasa, los carbohidratos permiten la acumulación de ésta; y finalmente los carbohidratos tienen un menor efecto saciante que los lípidos y las proteínas. Por lo tanto, una dieta sustentada en las proteínas y/o grasas podría ser una buena opción para la pérdida de peso, ya que así se alcanzarían niveles de insulina bajos en sangre que permitiría un cambio metabólico a favor de la utilización de la grasa en lugar de la de los carbohidratos, es decir, pasar de un metabolismo fundamentalmente glucolítico a un metabolismo lipolítico que ataque directamente los depósitos de grasa. La activación del metabolismo lipolítico desencadena la aparición de cuerpos cetónicos en sangre, que es una respuesta natural al ayuno, ejercicio prolongado y dietas ricas en grasas (8). Por esta razón, desde un punto de vista fisiológico las estrategias para perder peso que se fundamentan en la reducción de la ingesta de grasa y en el mantenimiento de la proporción de carbohidratos como fuente principal de energía, podrían ser menos eficaces para la pérdida de peso y sólo actuarían a través de una simple restricción calórica y no por un cambio metabólico (de glucolítico a lipolítico). Esta menor eficacia sería debida a que la insulina presente en las dietas fundamentadas en los carbohidratos tiene un efecto antilipolítico (1) que seguirá presente aún cuando se trate de una dieta hipocalórica y que por tanto obstaculizará el paso hacia un metabolismo lipolítico, que como veremos más adelante se caracteriza por su menor eficiencia metabólica, hecho que a igual número de calorías favorecerá una mayor pérdida de peso. Niveles óptimos de carbohidratos en la dieta cetogénica El cambio metabólico se logra cuando el contenido de carbohidratos de la dieta es lo suficientemente bajo como para causar cetosis (de ahí el nombre de dietas cetogénicas o muy bajas en carbohidratos). En cuanto al nivel de carbohidratos que debe de tener una dieta para considerarse cetogénica, hay que hacer puntualizaciones, ya que esto dependerá del fin de dicha dieta. Si una dieta cetogénica es utilizada para perder peso, la cantidad de carbohidratos ingerida deberá de ser inferior a 0.2-0.4g/kg de peso y día, pudiéndose consumir grasas y proteínas sin restricción alguna. Por el contrario, cuando la dieta cetogénica se utiliza para el tratamiento de la epilepsia en niños, esta dieta debe de ser mucho más restrictiva para poderse conseguir una cetosis mucho más fuerte, de tal forma que el contenido en carbohidratos debe de ser muy bajo: inferior a 10 g al día. Además, esta dieta cetogénica es también baja en proteínas y muy alta en grasas de tal forma que la relación grasas-no grasas (proteínas+carbohidratos) es del orden de 4:1 (9-12). A igualdad de calorías la dieta cetogénica es más eficiente en la pérdida de peso El hecho de que a igual número de calorías, la dieta cetogénica sea más efectiva que una dieta baja en grasas (13- 16), sólo puede ser explicado por la menor eficiencia metabólica de ésta. Esto es debido, a que desde un punto de vista fisiológico, existe una asociación entre los niveles plasmáticos y los niveles urinarios de cetonas (17) además de que la acetona se caracteriza por ser volátil y por tanto eliminarse en parte a través del aliento (1). Esto significaría una pérdida energética a través de la eliminación urinaria y del aliento de las cetonas. Además, si consideramos que las dietas cetogénicas no producen hipoglucemia, sino todo lo contrario, ya que mejoran el perfil glucémico (17-21), deberíamos asumir que la gluconeogénesis tiene un papel prominente. En este proceso gluconeogénico también hay una importante pérdida energética, debido al hecho de que son necesarios 100 g de proteína de calidad media para formar sólo 57 g de glucosa (22), lo que supondría una pérdida energética de aproximadamente el 43%, si asumimos la equivalencia energética de que 1 g de glucosa aporta aproximadamente la misma energía que 1 g de proteína, es decir 4-5 Kcal/g. De hecho, se ha comprobado, que la rotura endógena de 110 g de proteína, que es necesaria para formar aproximadamente de 60 a 65 g de glucosa, supone una pérdida energética diaria de aproximadamente 400-600 kca/día (22). Además, durante la formación de un mol de glucosa a partir de la alanina, se pierden seis moles de ATP (23). Esta pérdida energética es muy significativa ya que un mol de glucosa da 38 de ATP (1) por lo que la pérdida de seis moles de ATP supondría una pérdida energética de casi el 16% en el proceso gluconeogénico procedente de la alanina, que es metabólicamente más fácil que para otros aminoácidos, debido a que tienen configuraciones químicas que dificultan dicho proceso (1). Por este motivo, una pérdida energética del 43% no debería de sorprendernos. Esta menor eficiencia metabólica y el efecto anorexígeno de las proteínas podrían justificar que la ingesta proteica esté inversamente asociada a la obesidad abdominal en poblaciones multiétnicas, probablemente en esto influya la predisposición genética a desarrollar resistencia a la insulina, que como bien sabemos se asocia a la obesidad central y a las dietas altas en carbohidratos, mientras que mejora con las dietas ricas en proteínas (24). Junto a la menor eficiencia metabólica, debemos de enfatizar que la insulina es necesaria para la formación de triglicéridos y que las dietas altas en grasas incrementan la pérdida energética a través de la activación de la termogénesis, ya que se ha comprobado que la expresión de las proteínas desacoplantes o termogeninas (UCP), responsables del proceso de termogénesis, se incrementa con dietas ricas en grasas, pues tanto las grasas monoinsaturadas (25), polinsaturadas (26) como saturadas (27) intervienen en su inducción. Todos estos argumentos explicarían por qué a igualdad de calorías las dietas cetogénicas son más efectivas que las dietas ricas en carbohidratos en la pérdida de peso. Estudios que corroboran la efectividad de las dietas cetogénicas en la pérdida de peso A igual número de calorías las dietas cetogénicas son más efectivas en la pérdida de peso que las dietas convencionales altas en carbohidratos y bajas en grasas, además de tener la ventaja añadida de ser más selectivas en las pérdida de grasa y la conservación de la masa muscular (13,28). Benoit y col. demostraron que cuando una dieta cetogénica de 1000 kcal al día (10 g de carbohidratos al día) era seguida durante 10 días, los sujetos implicados perdían una media de 600 g de peso al día de la cual el 97% era grasa (28). Young y col. (13) compararon tres dietas con la misma cantidad de calorías (1800 kcal/día) pero con diferente proporción de carbohidratos (104 g, 60 g y 30 g respectivamente) y observaron una correlación negativa entre la proporción de carbohidratos en la dieta y la pérdida de peso y una correlación positiva con la pérdida de masa magra. De tal forma que la dieta más baja en carbohidratos era mejor a la hora de perder peso y de conservar la masa muscular. Willi y col. (29) también comprobaron en su estudio, que el uso de una dieta baja en carbohidratos en adolescentes con obesidad mórbida, era un método efectivo para la pérdida de peso y conservación de la masa muscular. Además en otro estudio con adolescentes, Sondike y col. (15) encontraron que una dieta baja en carbohidratos sin restricción calórica en grasas y proteínas era más efectiva en la pérdida de peso y mejora del perfil lipídico sanguíneo que el uso una dieta baja en grasas. Estos autores llegaron más lejos en sus declaraciones afirmando que en adolescentes que habían seguido una dieta baja en carbohidratos sin restricción calórica en grasas y proteínas, a pesar de consumir una media de más de 700 Kcal diarias que el grupo que siguió una dieta baja en grasas, la pérdida de peso fue de más del doble y la mejora en el nivel de triglicéridos más pronunciada (30). Estas afirmaciones también son compartidas por Greene y col. (14), que demostraron que a igual número de Kcal, e incluso incrementando el número de las mismas en 300 o más, las dietas bajas en carbohidratos conseguían una mayor pérdida de peso que las dietas bajas en grasas. Samaha y col. (31) realizaron un estudio de seis meses de duración en el que encontraron que las personas con obesidad mórbida y una alta prevalencia de diabetes tipo II o de síndrome metabólico, perdieron un mayor peso durante este periodo de tiempo en la dieta baja en carbohidratos que la dieta baja en calorías y grasas, con una mejora de la sensibilidad hacia la insulina y los niveles de triglicéridos, incluso después de haber ajustado a la cantidad de peso perdida que como ya sabemos es un factor que puede influir en los resultados. Por otro lado, Yancy y col. (32) concluyeron en otro estudio de seis meses de duración que la dieta baja en carbohidratos tenía un mayor porcentaje de adhesión y de éxito en la pérdida de peso si se comparaba con una dieta baja en grasa. Estudios a largo plazo La principal limitación que se le atribuyen a los estudios para la pérdida de peso realizados con dietas cetogénicas, es que son estudios que nunca superan los dos años de duración. Sin embargo, también deberíamos de tener en cuenta, que tampoco existen estudios rigurosos en la literatura científica, con dietas convencionales hipocalóricas de forma ininterrumpida que superen dicho periodo. Esto podría tener una explicación lógica, y es que generalmente, no suelen haber pacientes que estén dispuestos a seguir ningún tipo de dieta de forma ininterrumpida durante un período de tiempo que vaya más allá de 1-2 años. Por lo que no se pueden hacer estudios serios con un número determinado de pacientes que se comprometan a seguir dicha dieta durante un periodo de tiempo tan largo. Esto, probablemente sea debido, a que generalmente en dicho periodo de tiempo, suelen perder el peso deseado o pierden la motivación necesaria para seguir con el mismo régimen alimenticio. Por este motivo, la estrategia seguida por muchos especialistas en nutrición, consiste en llegar a un determinado peso con una dieta más agresiva enfocada para la pérdida de peso, mantener dicho peso durante un determinado tiempo con una dieta de mantenimiento menos restrictiva y más amena, y si el paciente necesita perder más peso volver a introducir la dieta empleada al principio. Como vimos anteriormente, en estudios de hasta seis meses de duración, las dietas cetogénicas son más efectivas que las dietas convencionales hipocalóricas altas en carbohidratos para la pérdida de peso, sin embargo, como veremos más adelante, cuando aumenta el tiempo de duración, la eficacia de estas dietas se reduce y se equipara a la de las dietas hipocalóricas convencionales. Lo que nunca llegaremos a saber es si esto es debido a la propia naturaleza de la dieta o al incumplimiento estricto de la misma por parte del paciente, hecho que podría ir en aumento a medida que aumenta la duración de dicha dieta. Foster y col. y Stern y col. (33,34) compararon las dietas cetogénicas bajas en carbohidratos frente a las dietas tradicionales (dietas bajas en calorías-grasas y ricas en carbohidratos) para la pérdida de peso durante un año. En ambos ensayos clínicos, la dieta baja en carbohidratos produjo una mayor pérdida de peso que las dietas convencionales durante los primeros seis meses, aunque las diferencias no fueron significativas al año de duración. En ambas dietas los autores afirmaron que la adherencia fue pobre, no obstante los participantes del grupo de las dietas bajas en carbohidratos tuvieron en conjunto unos resultados más favorables al año de duración que las dietas convencionales, ya que presentaron una mayor mejora en algunos factores de riesgo cardiovascular (mayores niveles de HDL y niveles más bajos de triglicéridos) (33,34) y en la mejora del control glucémico tras haber ajustado las diferencias a la pérdida de peso (34). En otro estudio, en el que Dansinger y col. (35) compararon cuatro tipos de dietas (cetogénica, de la zona, de los puntos y Ornish) observaron que tras un año de duración, la adherencia era en general pobre para los cuatro tipos de dieta, aunque las personas que tenían una mayor adherencia a cualquiera de los grupos tenían también una mayor mejora en la pérdida de peso y en los factores de riesgo cardiovascular. Brinkworth y col. (36) en un ensayo clínico en el que compararon dos grupos, uno tratado con una dieta estándar en proteínas y otro con una dieta alta en proteínas, declararon que en el mes 17 de seguimiento, la adherencia era pobre en ambos grupos. Para finalizar, en otro estudio de 14 meses de duración realizado con pacientes diabéticos obesos, Dasthi y col. observaron que las personas que siguieron la dieta cetogénica tuvieron una mejora progresiva no solamente del peso, sino también en los niveles de glucosa, colesterol total, LDL, HDL, triglicéridos, urea y creatinina (37) Teniendo en cuenta todos estos estudios, el verdadero problema asociado a las dietas de larga duración, ya sean cetogénicas o no, es la baja adherencia debido a que la gente termina por aburrirse con los mismos patrones alimentarios, de tal forma que para conseguir una alta adherencia estas personas necesitan un gran esfuerzo personal. Considerando que la gente con obesidad morbida suele tener asociados problemas cardiovasculares, y que en los países industrializados hay mucha gente con sobrepeso que no llega al grado de obesidad mordida, por lo que sólo necesitarán perder peso durante un corto periodo de tiempo, las dietas bajas en carbohidratos podrían ser de elección en ambos casos gracias a las sustanciales ventajas que presentan frente a las dietas convencionales altas en carbohidratos. En las personas con normo peso, las dietas bajas en carbohidratos también serían de utilidad porque mejorarán la composición corporal: reducirán la grasa e incrementarán la masa muscular (38). La conservación de la masa muscular asociada a este tipo de dietas parece estar relacionada con las cetonas, ya que se ha comprobado que éstas tienen la capacidad de reducir el catabolismo proteico en situaciones catabólicas como el ayuno (39). Otra indudable ventaja que presentan las dietas cetogénicas sobre las tradicionales dietas hipocalóricas en los pacientes que las siguen, es la sensación de saciedad y pérdida del hambre que provocan (40,41), mejora en el estado de ánimo, en los niveles de energía, estado mental y físico (41), mientras que las dietas tradicionales hipocalóricas ricas en carbohidratos puede incluso incrementar el apetito (40,41) y se asocian a un empeoramiento tanto en el estado mental como físico (41). ¿Son seguras a largo plazo? En contra de la opinión general, las dietas cetogénicas empleadas para la pérdida de peso son efectivas y seguras durante largos periodos de tiempo, así Westman y col. (42) afirmaron que las mujeres obesas que siguieron una dieta cetogénica pura sin restricción calórica en grasas y proteínas (carbohidratos <25 g/día) mantuvieron la pérdida de peso y mejoraron el perfil lipídico. Para periodos de un año, comparando una dieta cetogénica pura sin restricción calórica en grasas y proteínas (carbohidratos <30 g diarios) con una dieta hipocalórica convencional baja en grasas-calorías-alta en carbohidratos (<30% energía díaria de la grasa), la dieta cetogénica resultó ser más saludable ya que se asoció a una mayor mejora en factores de riesgo cardiovascular y en el índice glucémico (34). En otros ensayos clínico de 14 meses de duración (37) con una dieta cetogénica pura sin restricción calórica (carbohidratos <30 g diarios) en pacientes obesos diabéticos se produjo una mejora progresiva no sólo en la pérdida de peso sino también en el perfil lipídico, renal y glucémico. A pesar de estos estudios, hay científicos que siguen desconfiando de este tipo de dietas porque argumentan que no existen estudios de más de dos años de duración, por lo que el seguimiento de este tipo de dietas durante toda una vida podría acarrear consecuencias muy negativas en la salud de la persona. Frente a esta opinión merece la pena mencionar, que en la evolución de la dieta humana, el ser humano ha seguido a lo largo de la mayor parte de su evolución (aproximadamente 2 millones de años) una dieta cazadora-recolectora en la que los carbohidratos se consumían en muy bajas cantidades y sólo cuando la época del año lo permitía. Mientras que el paso a una alimentación sustentada en los carbohidratos, que actualmente se considera la alimentación ideal tiene una duración muy corta en el período evolutivo de nuestra especie (aproximadamente hace unos 6000 años, con la implantación de la agricultura y la ganadería). Este cambio alimenticio se asoció a la obesidad, los problemas cardiovasculares y las pérdidas dentarias, como lo demuestran los hallazgos arqueológicos encontrados en las momias del antiguo Egipto, civilización en la que se pudo constatar de forma muy significativa las consecuencias negativas de dicho cambio. Sin ir más lejos, muchas tribus actuales que seguían dietas cetogénicas y que han adoptado el sistema dietético fundamentado en los carbohidratos, como pueden ser los esquimales (dieta fundamentada en el pescado y mamíferos marinos como la foca), han experimentado un empeoramiento en marcadores plasmáticos aterogénicos y en el desarrollo de enfermedades que antes prácticamente no se conocían en estas poblaciones, como son la diabetes tipo II y la obesidad central (43). También podría influir en este empeoramiento de la salud, el menor contenido de ácidos grasos poliinsaturados que esta población experimentó como consecuencia de dicho cambio alimenticio. REFERENCIAS 1. Guyton AC, Hall JE. Fisiología Médica.9th ed. Madrid, España: Interamericana McGraw-Hill; 1996: 927-952, 1063-1077.2. Smith S, Cases S, Jensen DR, Chen HC, Sande E, Tow B, et al. Obesity resistance and multiples mechanisms of triglyceride synthesis in mice lacking Ggta. Nat Genet.2000; 25: 87-90.3. Fernández López JA, Remesar X, Alemany M. Tratado de Nutrición.1st ed. Madrid, España: Díaz de Santos; 1999: 265-75.4. Arase K, Fisler JS, Shargill NS, York DA, Bray GA. Intracerebroventricular infusions of 3-OHB and insulin in a rat model of dietary obesity. Am J Physiol.1988; 255:R 974-81.5. Melanson KJ, Westerterp-Plantenga MS, Saris WH, Smith FJ, Campfield LA. Blood glucose patterns and appetite in timeblinded humans: carbohydrate versus fat. Am J Physiol.1999; 277:R 337-45.6. Weigle DS, Breen PA, Matthys CC, Callahan HS, Meeuws KE, Burden VR, et al. A high-protein diet induces sustained reductions in appetite, ad libitum caloric intake, and body weight despite compensatory changes in diurnal plasma leptin and ghrelin concentrations. Am J Clin Nutr.2005; 82: 41-48.7. Blom WA, Lluch A, Stafleu A, et al. Effect of a high-protein breakfast on the postprandial ghrelin response Am J Clin Nutr.2006; 83: 211-20.8. Mitchell GA, Kassovska-Bratinova S, Boukaftane Y, Robert MF, Wang SP, Ashmarina L, et al. Medical Aspects of Ketone Body Metabolism. Clin Invest Med.1995; 18:193-216.9. Ballaban-Gil K, Callahan C, ODell C, Pappo M, Moshé S, Shinnar S. Complications of the ketogenic diet. Epilepsia.1998; 39:744-48.10. Bergqvist CAG, Chee CM, Lutchka L, Rychik J, Stallings VA. Selenium deficiency associated with cardiomyopathy:a complication of the ketogenic diet. Epilepsia.2003; 44: 618-20.11. Kang HC, Kim JY, Kim DW, Kim HD. Efficacy and safety of the ketogenic diet for intractable childhood epilepsy: Korean multicentric experience. Epilepsia.2005; 46:272-79.12. Kossoff EH, McGrogan JR, Bluml RM, Pillas DJ, Rubenstein JE, Vining EP. A modified Atkins diet is effective for the treatment of intractable pediatric epilepsy. Epilepsia.2006; 47:421-24.13. Young CM, Scanlan SS, Im HS, Lutwak L. Effect on Body Composition and Other Parameters in Obese Young Men of Carbohydrate Level of Reduction Diet. Am J Clin Nutr.1971; 24: 290-96.14. Greene PJ, Devecis J, Willett WC. Effects of Low-Fat Vs Ultra- Low-Carbohydrate Weight-Loss Diets: A 12-Week Pilot Feeding Study. Abstract presented at Nutrition Week 2004, February 9-12, 2004, in Las Vegas, Nevada.15. Sondike SB, Copperman N, Jacobson MS. Effects of a Low- Carbohydrate Diet on Weight Loss and Cardiovascular Risk Factor in Overweight Adolescents. J Pediatr.2003; 142: 253-58.16. Brehm BJ, Spang SE, Lattin BL, Seeley RJ, Daniels SR, DAlessio DA. The Role of Energy Expenditure in the Differential Weight Loss in Obese Women on Low-Fat and Low- Carbohydrate Diets. J Clin Endocrinol Metab.2005; 90: 1475- 82.17. Coleman MD, Nickols-Richardson SM. Urinary Ketones Reflect Serum Ketone Concentration but Do Not Relate to Weight Loss in Overweight Premenopausal Women Following a Low-Carbohydrate/High-Protein Diet. J Am Diet Assoc.2005; 105: 608-11.18. Nobels F, van Gaal L, de Leeuw I. Weight Reduction With a High Protein, Low Carbohydrate, Caloric Restricted Diet: Effects on Blood Pressure, Glucose and Insulin Levels. The Netherlands Journal of Medicine.1989; 35: 295-302.19. Dashti HM, Bo-Abbas YY, Asfar SK, et al. Ketogenic Diet Modifies the Risk Factors of Heart Disease in Obese Patients. Nutrition.2003; 19: 901-02.20. Bisschop PH, de Metz J, Ackermans MT, Endert E, Pijl H, Kuipers F, Meijer AJ, et al. Dietary Fat Content Alters Insulin- Mediated Glucose Metabolism in Healthy Men. Am J Clin Nutr.2001; 73: 554-59.21. Volek JS, Sharman MJ, Gomez AL. Comparison of a Very Low- Carbohydrate and Low-Fat Diet on Fasting Lipids, LDL Subclasses, Insulin Resistance, and Postprandial Lipemic Responses in Overweight Women. J Am Coll Nutr.2004; 23: 177-84.22. Fine EJ, Feinman RD. Thermodynamic of weight loss diets. Nutr Metab.2004; 1: 15.23. Voet D, Voet JG, Pratt W. Fundamentals of Biochemistry.3rd ed. New York: John Wiley & Sons; 2004: 457-59.24. Merchant AT, Anand SS, Vuksan V, Jacobs R, Davis B, Teo K, et al. Protein intake is inversely associated with abdominal obesity in a multi-ethnic population. J Nutr.2005; 135: 1196- 201.25. Rodriguez VM, Portillo MP, Pico C, Macarulla MT, Palou A. Olive oil feeding up-regulates uncoupling protein genes in rat brown adipose tissue and skeletal muscle. Am J Clin Nutr.2002; 75:213-20.26. Sadurskis A, Dicker A, Cannon B, Nedergaard J. Polyunsaturated fatty acids recruit brown adipose tissue: increased UCP content and NST capacity. Am J Physiol.1995; 269:E351-360.27. Portillo MP, Serra F, Simon E, del Barrio AS, Palou A. Energy restriction with high-fat diet enriched with coconut oil gives higher UCP1 and lower white fat in rats. Int J Obes Relat Metab Disord.1998; 22: 974-79.28. Benoit FL, Martin RL, Watten RH. Changes in Body Composition During Weight Reduction in Obesity: Balance Studies Comparing Effects of Fasting and a Ketogenic Diet. Ann Intern Med.1965; 63: 604-12.29. Willi SM, Oexmann MJ, Wright NM, Collop NA, Lyndon L. The Effects of a High-protein, Low-fat, Ketogenic Diet on Adolescents With Morbid Obesity: Body Composition, Blood Chemistries, and Sleep Abnormalities. Pediatrics.1998; 101: 61-67.30. Sondike SB, Copperman NM, Jacobson MS. Low Carbohydrate Dieting Increases Weight Loss but not Cardiovascular Risk in Obese Adolescents: A Randomized Controlled Trial. J Adolesc Health.2000; 26: 91.31. Samaha FF, Iqbal N, Seshadri P, Chicano KL, Daily DA, McGrory J, et al. A Low-Carbohydrate as Compared With a Low-Fat Diet in Severe Obesity. N Engl J Med.2003; 348: 2074-81.32. Yancy WS Jr, Olsen MK, Guyton JR, Bakst RP, Westman EC. A low-carbohydrate, ketogenic diet versus a low-fat diet to treat obesity and hyperlipidemia: a randomized, controlled trial. Ann Intern Med.2004; 140: 769-77.33. Foster GD, Wyatt HR, Hill JO, McGuckin BG, Brill C, Mohammed BS, et al. A Randomized trial of a low-carbohydrate diet for obesity. N Engl J Med.2003; 348: 2082-90.34. Stern L, Iqbal N, Seshadri P, Chicano KL, Daily DA, McGrory J, et al. The effects of low-carbohydrate versus conventional weight loss diets in severely obese adults: One-year follow-up of a randomized trial. Ann Intern Med 2004;140:778-785.35. Dansinger ML, Geeason JA, Griffith JL, Selker HP, Schaefer EJ. Comparison of the Atkins, Ornish, Weight Watchers, and Zone diets for weight loss and heart disease risk reduction. JAMA.2005; 293:43-53.36. Brinkworth GD, Noakes M, Keogh JB, Luscombe ND, Wittert GA, Clifton PM. Long-term effects of a high-protein, lowcarbohydrate diet on weight control and cardiovascular risk markers in obese hyperinsulinemic subjects. Int J Obes Relat Metab Disord.2004;28: 661-70.37. Dashti HM, Mathew TC, Khadada M, Al-Mousawi M, Talib H, Asfar SK, Behbahani AI, Al-Zaid NS. Beneficial effects of ketogenic diet in obese diabetic subjects. Mol Cell Biochem.2007; 302:249-56.38. Volek JS, Sharman MJ, Love DM, Avery NG, Gómez AL, Scheett TP, et al. Body Composition and Hormonal Responses to a Carbohydrate Restricted Diet. Metabolism.2002; 51: 864- 70.39. Sherwin RS, Handler RG, Felig R. Effect of ketone infusions on amino acid and nitrogen metabolism in man. J Clin Invest.1975; 55: 1382-89.40. Yudkin J, Carey M. The Treatment of Obesity by the High- Fat Diet: The Inevitability of Calories. The Lancet.1960; 2: 939-41.41. McClernon FJ, Yancy WS, Eberstein JA, Atkins RC, Westman EC. The effects of a low-carbohydrate ketogenic diet and a low-fat diet on mood, hunger, and other self-reported symptoms. Obesity.2007; 15:182-87.42. Westman EC, Yancy WS, Edman JS, Tomlin KF, Perkins CE. Effect of 6-month adherence to a very low carbohydrate diet program. Am J Med.2002; 113: 30-36.43. Pérez-Guisado J. Arguments in favor of ketogenic diets. Internet journal of nutrition and wellness.2007; 4:2.
¿Cuántas calorías tiene 100 gramos de arroz blanco cocido?
En Asia se llegan a consumir hasta 30 raciones de arroz a la semana. Es decir, más de cuatro veces al día. En Guatemala, por citar un país centroamericano, su combinación con frijoles es tan habitual que solo se pide el acompañamiento. Pensando en estos dos lugares no nos viene a la cabeza la imagen de personas con sobrepeso.
- Sin embargo, este cereal se suprime de casi cualquier dieta de adelgazamiento por su gran cantidad de hidratos de carbono.
- ¿Por qué, entonces, quienes lo toman de forma cotidiana presentan indicadores saludables en cuanto a peso e índice de grasa corporal? ¿En qué quedamos: engorda o adelgaza? Depende de la variedad: según su color y textura, el tamaño de su grano y su tratamiento industrial.
Aunque existen cerca de 10.000 tipos diferentes, todos pueden enmarcarse dentro de dos: índico, cultivado en los trópicos, y japónico, de zonas de clima templado y con un alto contenido en almidón, que el organismo convierte en azúcar y después en material para los michelines.
Por su color y textura, pueden diferenciarse sobre todo los aromáticos, como el basmati; los glutinosos, también con más almidón, recomendados para el sushi; y los pigmentados, como el negro (o venere) y el rojo, que reciben su color de las antocianidas en el salvado (lo que recubre el grano en los arroces integrales), con un alto valor como antioxidante, que se pierde en cambio al eliminar las capas exteriores.
“Las categorías más conocidas por los consumidores”, apunta Cristina Molina-Rosell, directora del Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos (IATA), “se refieren al tamaño de su grano”: corto, menor de 5,5 milímetros, como el aviolo o el vialone nano, los mejores para los risottos; medio entre 5,5 y 6,6 milímetros, como el arroz bomba, el más usado en la cocina española; y largo, mayor de 6,6 milímetros, como el arroz jazmín o el basmati.
- Oriundo del Himalaya, esta última variedad contiene los ocho aminoácidos más importantes para el organismo pero está exento de grasa, sodio y gluten, lo que lo hace muy aconsejable para personas diabéticas o celiacas o que sigan una dieta hipocalórica (baja en calorías).
- Estas variedades no se distinguen solo en el tamaño del grano, cuenta Molina-Rosell: “Tienen un comportamiento tecnológico distinto debido a la composición del almidón, lo que hace que se quede de forma diferente tras la cocción.
El arroz de grano largo, por ejemplo, es poco pegajoso, más suelto, debido a su mayor contenido de amilosa (un componente del almidón)”, apunta. La diferenciación más importante reside, sin embargo, en el tratamiento que recibe el arroz antes de llegar al supermercado: integral, semielaborado o blanco.
- Como se ve en la ilustración de abajo, los integrales (B y C) mantienen todas las capas de salvado (2 y 3), que contienen los minerales del arroz y la fibra —conveniente para activar la peristalsis o tránsito intestinal—, y el germen (4), con antioxidantes y vitaminas.
- Los blancos (D y E), en cambio, han sido despojados de estas partes y presentan solo el interior —endospermo—, que es donde se concentran los carbohidratos o glúcidos, el almidón.
¿Y el salvaje? Lo que conmúnmente conocemos como arroz salvaje, no es realidad de la misma familia del arroz, oryza sativa, sino que pertenece al género zizania, otra planta. En España, se suele comercializar mezclado con distintas variedades de arroz.
- Todos son ricos en hidratos de carbono, principalmente almidón, y en menor medidas en proteínas y lípidos.
- El aporte en nutrientes de los distintos tipos de arroz según el tamaño de su grano es semejante”, continúa Molina-Rosell.
- Sus calorías, según el tratamiento que han recibido y basándonos en la tabla publicada por la web norteamericana Authority Nutrition, apenas cambian: 100 gramos de arroz blanco cocido aportan 130 kcal, y contienen 29 gramos de hidratos de carbono; en el caso del integral son 112 calorías y 24 gramos de glúcidos, con mayores porcentajes de nutrientes.
“El integral es más recomendable por su mayor contenido en fibra, que se encuentra en las capas externas de los granos, además de minerales y vitaminas”, concluye la directora del IATA. ¿Qué hace que el segundo entre en un programa de adelgazamiento y el primero no? Mientras que el blanco es de absorción más rápida y con menos beneficios, el integral demora su digestión —lo que genera una mayor sensación de saciedad y evita que se ingieran más calorías— y es más rico en nutrientes.
José Miguel Mulet, doctor en Bioquímica y Biología molecular de la Universidad de Valencia, concede que “el principal problema” en la ingesta de arroz es “la falta de vitamina A”. “Prácticamente es todo hidratos de carbono. Tiene poca proteína (7%), de escasa calidad, y menos del 1% de lípidos, Comer solo arroz supone problemas con los aminoácidos y las grasas esenciales”, señala.
El autor de Comer sin miedo menciona, además, estudios en los que se han encontrado posibles trazas de arsénico en este alimento según su procedencia. Tales parámetros han desencadenado una serie de conclusiones que apuntan dos cosas: aquellos que tomaban grano integral tenían un 50% de posibilidades menos de ganar peso que los que lo hacían de grano blanco —tal y como publicaba un estudio de la US National Library of Medicine elaborado a lo largo de 12 años en un grupo de 74.000 mujeres de entre 38 y 63 años— y poseían menores porcentajes de grasa en sangre, según pruebas de la prestigiosa entidad estadounidense en personas sanas y con sobrepeso.
- También se han suscitado dudas en la relación entre su ingesta y el sobrepeso: algunas investigaciones muestran su vínculo, pero otras no lo marcan como definitivo, con lo que los datos no parecen concluyentes en uno u otro sentido.
- Se ha visto que en los países donde es un alimento básico ha resultado beneficioso para perder peso, incluso comiéndolo tres veces al día.
En Corea del Sur, por ejemplo, supone hasta el 40% de las calorías diarias. La relación entre consumo de arroz y diabetes es algo que ha ocupado a la comunidad científica. Al cocinarlo, el almidón del arroz, como el de la patata, se vuelve digerible, esto es, nuestro organismo lo asimila y lo convierte en azúcar y grasa corporal.
Pero, ¿y si se pudiera convertir en no digerible ? Expulsaríamos el almidón si retenerlo. Es lo que consiguió, como ya contamos en la revista, un estudiante de la Universidad de Sri Lanka con la ayuda de su tutor, el doctor Pushparajah Thavarajah, quien supervisó la investigación. Descubrieron que al echar aceite de coco (un 3% del peso del arroz que va a cocinarse) al agua hirviendo, antes de poner el arroz y enfriándolo después en la nevera durante 12 horas, este alimento perdía el 50% de sus calorías,
Hoy en día “existe un gran número de variedades de arroz que se han obtenido por mejora genética para adaptarse al medioambiente, incrementar el rendimiento o mejorar la calidad del producto final, entre otros motivos”, cuenta la directora de IATA. Mulet señala también la existencia de nuevas búsquedas científicas a partir de la modificación genética para incorporar vitamina A (como en el caso del controvertido arroz dorado ) o antocianos, en el llamativo arroz púrpura,
- En cualquier caso, parece que lo determinante es la cantidad de arroz que se ingiere y los acompañantes que usamos para cocinarlo, como pasa con cualquier otro alimento.
- De hecho, en 1939 el doctor Walter Kemptner creó una dieta hipocalórica contra la hipertensión que adoptó el nombre de La dieta del arroz,
“En España, de cultura mediterránea”, explica el chef Julio Fernández Quintero, del restaurante Abantal en Sevilla y embajador de SOS, “el arroz se considera un plato principal, y se prepara con carne y pescado, que proporcionan proteína animal. En el resto de países, el arroz es una guarnición sencilla: se toma cocido, blanco, y si acaso con un aderezo muy sencillo como parte de la comida principal”, detalla el ganador de una estrella Michelin y dos soles Repsol.
¿Cuánto equivale 1 taza de arroz cocido?
1 taza de arroz cocido = 175 gramos.
¿Cuánto es 30 gramos de arroz cocido?
Hidratos: Equivalencia crudo/cocido
- Debemos de tener una alimentación equilibrada con todos los nutrientes necesarios, y eso también incluye los hidratos complejos de lenta absorción.
- La pasta, el arroz, el pan, la patata, las legumbresdeben de ser incluidas en su medida adecuada en nuestras comidas para que nuestra alimentación sea variada y equilibrada.
- Estos nutrientes van a aportar a nuestro organismo la energía necesaria para que funcione adecuadamente. Además nos aportan cantidad de fibra
- Pero cuando buscamos perder peso hay que respetar y controlar también las cantidades.
- Para una alimentación equilibrada y adelgazar hay que tener en cuenta que cantidades comemos.
- Los hidratos complejos son alimentos necesarios, pero son también alimentos con alto valor calórico por lo tanto nada de abusar.
- Cuando comemos hidratos debemos de pensar en ellos como una guarnición, y no debemos de comer más de una cuarta parte de nuestro plato.
Algunos de vosotros preguntáis por las cantidades en peso, y os hacéis un poco de lio si es en crudo o cocinado y si el peso me lo indica en crudo cuanto es después de cocido???
- Vamos a ver las equivalencias en peso en crudo y peso en cocinado.
- En líneas generales, más o menos podemos establecer una equivalencia crudo/cocido multiplicando por 3.
- Es decir 50 gramos de arroz crudo equivalen en cuanto a calorías y nutrientes a 150 gramos de arroz cocido.
- Vamos a ver la equivalencia de algunos de estos alimentos:
- 1-Arroz : 30 gramos en crudo equivalen a unos 100 gramos cocidos, tres cucharadas soperas.
- 2-Pasta : 30 gramos en crudo equivalen a 100 gramos cocidos y a cuatro cucharadas soperas.
- 3-Legumbres : 35 gramos de garbanzos, lentejas, alubias en seco equivalen a 100 gramos cocidos o a cuatro cucharadas soperas.
- 4-Patatas : 100 gramos en crudo es equivalente a 100 gramos en cocido.
Lo más importante para tener una alimentación saludable y equilibrada es la variedad. Así que te aconsejo que consumas diferentes tipos de alimentos como fuente de hidratos en vez de comer siempre los mismos alimentos. Esto es aplicable también para la fruta y la verdura y en general para todos los alimentos. Buenos y saludables días!!! : Hidratos: Equivalencia crudo/cocido
¿Cuántos gramos de carbohidratos al día?
¿Cuántos carbohidratos necesitas? – Las Dietary Guidelines for Americans (Pautas alimentarias para estadounidenses) recomiendan que los carbohidratos representen entre el 45 % y el 65 % de las calorías diarias. Por lo tanto, si consumes 2000 calorías al día, entre 900 y 1300 de esas calorías deberían ser carbohidratos.
¿Cuántos gramos de carbohidratos hay en 100 gramos de papa?
Salud: La cantidad de calorías de la papa dependerá de la forma en que esta es cocinada La creencia de que la papa engorda ha alejado a este bondadoso vegetal de múltiples dietas y la ha vuelto casi un fruto prohibido para quienes buscan bajar de peso.
La cantidad de calorías de la papa dependerá, aunque no lo creas, de la forma en que esta es cocinada. Así:–100 gramos de papa al vapor contendrán 70 calorías.-100 gramos de papa cocida o hervida, 80 calorías.-100 gramos de papa asada al horno, 101 calorías.
-100 gramos de papa frita, 290 calorías (las papitas de bolsa poseen ¡¡538!!). -Si cocinas papa en un guiso, esta tendrá 90 calorías más por cada cucharada de aceite usada. Ocurre que mientras más frita sea la papa, retendrá menos agua y nutrientes, y el aceite sustituirá a su agua, incrementando las grasas y calorías.
Las calorías de la papa se ven compensadas por dicha agua, muy abundante en ella (80%), y que además previene inflamaciones y ayuda a sentir saciedad. La papasacia tres veces mejor que alimentos como el pan blanco. La papa es también una enorme fuente de carbohidratos (18 g en 100 g), algo que si bien puede ponernos en alerta, sigue siendo una cifra más baja que en alimentos como las legumbres o el arroz.
Teniendo en cuenta que también tiene menos calorías que ellos, la papa puede sustituirlos con éxito como fuente de estos nutrientes en tu dieta. Los carbohidratos de la papa se absorberán más lento si esta se come cocida o al vapor, volviéndose una fuente útil de energía diaria; pero si son fritas o guisadas con aceite o similares, estos hidratos se absorberán más rápido y aumentarán el índice glucémico de la papa, que ya es considerable pues el mayor carbohidrato en ella es el almidón, y propiciarán la subida de peso.
La papa también es beneficiosa por su contenido en vitamina C (antioxidante, refuerza el sistema inmune), vitaminas del complejo B (ayudan al sistema nervioso), potasio (ayuda al desarrollo corporal y muscular), magnesio, entre otros. En síntesis, la papa no engorda, siempre que la consumamos a un ritmo moderado y de la forma correcta.
Esta última parte es muy importante, y aquí te daremos algunas pautas para que aproveches todo el sabor y las bondades de la papa en tu dieta. Fuente: https://www.papachile.cl/la-cantidad-de-calorias-de-la-papa-dependera-de-la-forma-en-que-esta-es-cocinada-2/ : Salud: La cantidad de calorías de la papa dependerá de la forma en que esta es cocinada